Simití… 487 de soledad.

Simití… 487 de soledad.

Por: David Torres, Periodista en Zona de Alto Riesgo.

Mientras el viento golpea las paredes viejas de las casas iracundas… los habitantes del viejo pueblo del Magdalena Medio, tienen que soportar el olvido como el calor del mediodía que supera los 41 grados centígrados. Ahí, se forma una escenografía fantasmagoría, que desalienta al hombre de a pie, que NO ve el progreso por ningún lado; sólo observa la soledad en sus 487 años de historia, dejan al descubierto la desidia y anarquía, mostrando al desnudo un panorama desolador, desértico, que hasta la miseria y el olvido estatal lo ha consumado por completo.

Casi 100 días han pasado desde que Wilman Eli Quintana González, arrancó como alcalde de Simití, pero sin son, ni tono, no muestra nada aun; parece que tenemos que recargarlo con energía solar para que pueda alumbrar sus ideas; aquí, solo se ve el hambre en penumbra y la miseria que ronda en un 90 por ciento las familias; parece que el casco urbano como la zona rural, hubiesen recibido un ataque diabólico de Putin, soltar la bomba nuclear, para arrasar por completo todo lo que tiene vida, la humanidad.

El agua que consumen los simiteños, es de abastecimiento, pero pagando las familias humildes sumas exorbitantes, y con la imagen literal “Nos envenenamos todo de mercurio, y morimos con malformación lentamente, porque no hay políticas públicas ambientales, claras, porque los mineros criminales continúan contamina las cuencas hídricas de químicos, venenos y metal pesado, sin que la guerrilla, los paracos o el Estado colombiano se pronuncien o controlen el territorio.

El hospital que tenemos, esta sin dirección, porque hasta el mediodía del 1 de abril del presente anuario, el gobernador de Bolívar, Yamil Arana Padaui, no ha nombrado ni en propiedad, ni gerente encargado para no parar la salud del sur de Bolívar; donde suenan, Félix Cabrero o Ramiro Pereira Lentino, y ojalá no nombre a la Pájaro que vuela alto.

La generación de empleo está por los suelos, los pescadores que se ganan un promedio de 500 mil pesos, tienen que pasar saliva, porque ya no hay pescado en su plato, porque los pescadores furtivos, la sedimentación y la contaminación está dejando blanco, sin nada el humedal; sin un pez en la ciénaga que hizo Dios con tanto sacrificio, la moldeo.

Los turistas que recibimos por muchos años estos territorios, son los que han golpeado la sociedad del sur de Bolívar, sembrando zozobra y miedo: los narcos, guerrilleros, mineros criminales y paracos, todo un sancocho de violencia que plagaron la región y dejando el semen de cientos de niños, que quedaron manchados por el hierro de la guerra, como si la maldición del sacerdote, Daniel, continuará vigente en el siglo XXI y no existiera una oración o un menjurje, que reprendiera las palabras que dejaron estancado por la cantidad de mandatarios que llegan al poder a improvisar, como si el gobierno fuera un juguete de aprendiz.

La destrucción de bosque, selva y montes por campesinos, han dejado sin hábitat a cientos de especies exóticas que han sido asesinados por las manos depredadoras de campesinos que solo piensan en ver crecer la candela, dejando una estela de muerte en un desierto; ¿donde están las Políticas Publicas del Presidente Gustavo Petro?.

La energía eléctrica, intermitente, ha dejado sin comida a muchas familias que tienen que pagar el recibo costoso, sin importarle que el pez llega a la mesa sólo por dibujos animados y el pan que no era su costumbre, tienen compartirlo, para engañar su estómago; el costo del kilovatio tiene loco a más de uno, ya que alcanzó el cielo $1.071.90. centavos

Un pueblo que crece sin planificación, desordenadamente, aumentan las construcciones de vivienda, y edifican viviendas en la estreches, donde la temperatura es elevada y el sol todos los días hostiga a las familias.

Se ha luchado para obtener un alcantarillado y a través de una Planta de Tratamiento de Aguas residuales, entregársela a la naturaleza en el mismo estado en que fue recibida el agua; los simiteños, que quedaron congelados en el tiempo, como las ciudades del siglo XVII en Europa, viven con la mierda en casa, sus excretas reposan en posas sépticas que contribuyen además al daño de la capa de ozono, porque permanentemente en pleno siglo XXI produce gas metano, Simití, un atraso total.

Desde el Gobierno de Iván Duque, obligó a la creación de Frigoríficos regiones; en Simití, se dispararon de inmediato muchos mataderos clandestino en viviendas residenciales, afectando a los vecino, afectando la salud pública y afectando el medio ambiente; aún existen en casas en el casco urbano chiqueros de cría de cerdos, afectando a toda la comunidad; hoy, no hay control de animales para el consumo humano, no hay calidad en el lugar donde se sacrifican los semovientes que consumen los simiteños y que la proteína hace parte de su cuerpo y contarle más, del atraso, que se debe a la poca capacidad de mandar y la falta de conocimiento, nos ha dejado en letárgica agonía; así se encuentra el municipio más antiguo del Magdalena Medio; hoy Gustavo Petro que no conoce del nombre de Simití, autorizó la apertura de los mataderos en el país y ha pasado enero, febrero, marzo del 2024 y llegó el cumpleaños de Simití, (1° de abril de 1537-2024) y se siguen sacrificando animales en fincas, y casas de familia, ya que el alcalde Quintana González, dice que es un problema de 4 años y que se requiere tiempo para solucionarlo; Simití parece uno de esos corregimiento donde los dictadores, de los cuentos de Maduro, Pinochet, Somosa, Hitles, Putín, tanto de izquierda como derecha, se enceguecen en el poder y no en el desarrollo de la humanidad, donde todos podamos vivir felices…

¡Simití, No es Colombia!

¡Simití, No es Bolívar!,

¡Simití es Macondo!

“Un pueblo sin Dios y sin Ley”, ese poblado imaginario que creó García Márquez, en “Cien años de Soledad”, allí donde cabe todo; para muchos políticos, ni en el imaginario, existe, porque viven entre un chiquero putrefacto ideológico de estiércol de cerdo, ya que no conocen su país; ese mismo olor que hace arder las paredes de la nariz; cuando intensifica su hedor al mediodía y se vuelve insoportable.

Simití, un pueblo desordenado, arruinado y solo, hoy en sus 487 años de historia, lo recordamos, haciéndonos mentir que está bien, pero es solo una alucinación, ya que la falta de conocimiento lo tiene al borde de desaparecer, porque tiene… 487 años de Soledad, casi cinco veces más que Macondo, la biblia que escribió Gabo, para los pueblos tercermundistas de Latinoamérica.

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