Jaime Sobrino Barva, el médico que marcó la salud del sur de Bolívar.
Indiscutiblemente, uno de los personajes de la década de los años 60 fue, el médico, Jaime Sobrino Barva; quien después de cruzar Colombia, llegar a Ecuador y tomar en un viejo puerto y recorrer en buque desde Perú, en el mar del sur, llegar a las costas chilenas, para luego subirse en un tren que lo llevaría a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde se hizo médico.
El médico del pueblo, como lo salían llamar los ciudadanos del campo del sur de Bolívar, conoció a Gloria Achille Rabellino, una mujer alta de ojos azules y quien después de hacer el juramento hipocrático en la Universidad de Buenos Aires, la convirtió en su esposa; él decidió regresar a su tierra natal, Simití, donde prestó sus servicios como médico e hizo parte de la fundación del hospital de Simití y lo condujo por un par de años.
De la unión con su esposa, Gloria Achille Rabellino, nació en la ciudad de Bucaramanga su primera hija, Estela Mary Sobrino Achille, fuera de su nucleo familiar tuvo dos encantadoras hijas; Mirta y Leticia Sobrino Mejía.
Ya radicado en la calle Real, donde muchos campesinos lo asediaban para que curara a sus hijos; Jaime Mentolín, quien, heredado su nombre castizo de su progenitor español, a quien a sus hermanos los bautizó también como Horacio Pascual, Agustín Pelayo, contó con la única hermana, Carmencita y sus dos hermanos menores, Alejandro y Fernando; que vivieron por muchos años bajo el amparo y la protección de la matrona de Simití, Nimia Barba de Sobrino.
Hoy recordando su pasado, nos hace revivir en la memoria, cuando fue diputado de la Asamblea de Bolívar, y cuando descubrió que la política no era su sueño, decidió radicarse en la capital, donde terminó trabajando en los seguros sociales y en la policía de la ciudad de Bogotá.