
El Ángel del Dolor
El Ángel del Dolor
En medio de sábanas blancas, en mi lecho (camilla) de enfermo oncológico; adormitado por la quimioterapia y con el estómago revuelto; después que además me hicieran transfusión de sangre, se poso a mi lado el Ángel del Dolor, con una humildad me preguntó:
Ángel del Dolor: -¿Como te llamas?-
Le respondí:
David -Soy David Torres, periodista en Zona de Alto Riesgo-.
Con una humildad me respondió.
Ángel del Dolor: -Yo te conozco-.
La conversación comenzó a tener afinidad y al costado norte de la camilla lo acompañaban dos mujeres, también vestidas de bata blanca, que irradiaban en el ambiente una esperanza impoluta, diáfana, tan transparentes como como el manantial del río Juncal.
Ya un poco reposado, el Ángel del Dolor, quería reafirmar o con certeza o mejor comprobar de donde era.
Ángel del Dolor: -Donde naciste-.
Sin pensarlo dos veces… respondí de inmediato:
David: -Nací en un pequeño poblado del sur de Bolívar, Simití.
Con una alegría inmarcesible respondió:
Ángel del Dolor: -Yo también soy de Simití-.
Desde ese memento entendí, que los ángeles no solo andan en el cielo, sino que Dios nos envía a la tierra ángeles que podemos palpar, que nos custodian, nos ayudan.
Fue ese ángel que medió los medicamentos necesarios (entre eso, Morfina) para superar los intensos dolores de 24 horas, que me hicieron pensar que la vida llegaba a su fin con una eutanasia; logre salir del túnel del infierno y el milagro se hizo.
Es el ángel del dolor, se trata de Oscar Contreras, el médico del dolor, del Centro radiológico y oncológico del Caribe en la ciudad de Cartagena.
Introduciéndome en el túnel retrospectivo, el médico del dolor se trata de un pequeño niño, que en el pasado recorría a pie descalzo las calles polvorientas del antiguo poblado de Simití, Bolívar, vendiendo limones, en una burra que halaba su abuela, Sabina.
Hoy rindo tributo al medico que entregó todo por ser humano, bondadoso, respetuoso, pero con una sonrisa inolvidable que le da el don de sanador.