Hoy será sepultado El Señor del sur de Bolívar, don Carlos Galvis.
Por: Oriana de Las Américas.
Hoy a las 3 de la tarde será sepultado Carlos Galvis Anaya, un empresario y político que se robó el corazón del sur de Bolívar; él fue reconocido como hijo adoptivo de Simití; llegó a estos territorios en la década de los años 50 y desde ahí, enterró su alma y su corazón en estas tierras, después que hizo parte de los primeros colonizadores de Santa Rosa del sur.
En muchas ocasiones se sentaba a hablar en la puerta de su casa con el periodista David Torres, para recordar esas viejas odisea de su llegada a una zona vegetativa; tiempos aquellos cuando llegó por primera vez al sur de Bolívar, gracias a sus amigos conservadores, Luis Napoleón Barba López y Milciades Torres, protagonistas de traer muchos hombres de ideología azul, para que colonizaran y poblaran la tierra prometida.
En sus primeros trabajos, se convirtió en conductor de camiones y recorrió muchas veces la silueta de las carreteras polvorientas, llevando abarrotes y cerveza, eso sí, sin dejar a un lado el negocio del ganado, que le dio paso a montar su ferretería.
Fue un político activo y llegó hacer el único Senador de La Republica de esta región; también el periodista David Torres lo acompañó a su posesión como congresista, en las épocas más difícil de orden público de estos territorios, como además la inauguración de la base militar del sur de Bolívar, donde sonríe, diciendo al entonces gobernado Berrio, que, por fin, el sur de Bolívar tenía otra cara y que entraba a la era de la legalidad, aunque a pasos de tortuga.
Su sonrisa inmarcesible lo convirtió en el gran Señor del sur de Bolívar, porque su simpatía no solamente llegó a su terruño adoptivo, sino se expandió aún más hacia los simiteños, donde comenzó a construir su memoria cristina como un buen fiel católico seguidor de la Santísima virgen Original.
Solo se recuerda los muchos años que compartió con su mujer y señaló que, si volviera a nacer, la buscaría por los rincones más inhóspitos del mundo para dar con su paradero y volver a compartir su vida con doña, María Restrepo Morato, hija de Bruno Restrepo, el profesor que sembró los primeros árboles del parque Central de Santa Rosa del sur.