Después de cuatro días de rumba, el cielo de Morales se vistió de colores; los juegos pirotécnicos y su vaca-loca, atrajo alegría y llenó el palco de la calle del río, donde todos; visitantes y propios se aglomeraron para despedir las fiestas patronales de San Sebastián de Las Palmas, patrono de los moraleros, un 20-20 inolvidable.
La programación artística fue brillante, en especial las agrupaciones invitadas de los diversos municipios de la ribera; lo destacado fue la impecable ejecución y armonía de la banda 20 de enero de Morales y el grupo de danza de la casa de la cultura que ocupo el segundo puesto.
Hoy el reencuentro con su propia identidad y los actos autóctonos dejaron y marcaron un territorio rico en folclor que desborda su potencial artístico.