Edelfonso López Jaimes, es un campesino que convirtió su finca en un gigantesco bosque, para que los venados pudiesen vivir libremente.

El viejo campesino reside en la vereda Miraflores, jurisdicción del corregimiento de Santa Lucia, municipio de Simití, Bolívar; él adoptó medidas necesarias para asegurar la protección y conservación de las especies de fauna y flora silvestres nativas, en su finca y en el bosque aledaño a su casa, lo convirtió en un santuario de fauna y flora; además de tomar las previsiones y medidas necesarias con el fin de propender por la defensa de las especies de venados en extinción o con un alto riesgo de perder la existencia, ya que para él existe otra especie de venado, con todo el trasero blanco.

Este ciudadano del campo que ha fundado dos veredas una en el municipio de Vijagual y la otra en Santa Rosa del sur; llegó a Santa Lucia, Simití, para convivir en paz con la naturaleza; López Jaimes es toda una autoridad empírica ambiental, responsable de proteger y hacer uso sostenible del patrimonio ambiental que se encuentra en su jurisdicción; contribuyendo así, al conocimiento, uso, conservación y manejo sostenible de la biodiversidad y sus servicios para la conservación del Venado criollo.

Edelfonso, se decidió priorizar a la especie de venado soche (Mazama rufina), a causa de tres factores principales: la especie se presupone (por parte de los expertos y de acuerdo a lo observado por las comunidades) en una categoría de amenaza aún mayor a la del venado cola blanca de páramo (Odocoileus goudotii) ya que campesinos codician su carne y otros lo toman para jugar al blanco, llevando al punto del exterminio; las amenazas a la especie no disminuyen, en muchos casos se encuentran en aumento (cacería, tráfico, deforestación, incendios forestales y cambios de uso del suelo); y finalmente como uno de los pilares de mayor peso, la especie ha sido pobremente estudiada, a pesar de contar con una veda indefinida a nivel de país.

Edelfonso, el defensor de los últimos venados que sobreviven del asedio de los cazadores furtivos de la serranía de San Lucas; hoy pueden tener un lugar, donde pueden sobrevivir de las manos depredadoras que rondan los montes del sector de Santa Lucia.