Por: David Torres, Periodista en Zona de Alto Riesgo.
Desde que el amo de los ríos, capitán Antonio de Lebrija, irrumpió el primero de abril de 1537, en la majestuosa ciénaga, ubicada en el sur de Bolívar, y exterminará una de las etnias más guerreras del Magdalena Medio; se erigió la ciudad de San Antonio del Toro de Chimití, territorio de abundantes aguas dulces y donde florecían simultáneamente de la nada, seres extraños que volaban rápidamente entre la manigua (insectos), reptiles de otro mundo, que se asomaban entre los bejucos de la maraña; cardúmenes que se atrapaban con atarraya artesanal, y que en el plato producía un hedor que se sentía con una exquisitez única, el paladar de los extranjeros quedaba adicto al buen gusto; animales salvajes, nunca vistos por los ojos azulosos de los hombres “civilizados”
Este poblado que sobrevivió a pestes, vendavales, inundaciones y todo tipo de vejámenes por los grupos armados organizados; hoy, 1 de abril de 2023, cumple 486 años de historia, y aun, en su dolorosa imagen, se encuentra un abandono absoluto por el gobierno departamental y nacional; con una indiferencia y exclusión del desconocimiento histórico de Colombia y la importancia como distrito en la región de un territorio estratégico, repleto de riquezas de todo tipo, que son explotados por miserables mezquinos, que solo piensan en la avaricia y la acumulación de bienes.
Es muy poco lo que puede hacer un alcalde con tanta desidia; aunque se resaltan obras que han marcado la sociedad simiteña, serrando la brecha entre la pobreza y el abandono. Los cuatro mejores alcaldes después de la constituyente son sin duda alguna, Orlando Gómez Solera, que sigue motivado por buscar una salida al desarrollo, aunque la adversidad trate de truncarle muchos sueños y Elkin Rincón Muñetón, que puso el grano al desarrollo, dándole otra cara al Simití del siglo XXI; Domingo Ortiz Torres y Alonso Niz Saavedra, quienes tuvieron el paso de la transición a la era de lo vegetativo a la modernidad; es una vergüenza para los simiteños, resaltar a estos hombres después de 1991, cuando se fortalecieron muchos municipios, que florecieron de la nada; porque en Simití, muchos se hacen elegir alcalde, para saquear y robarse el dinero de los pobres.
Desde 1991, cuando se eligió por primera vez, alcalde por voto popular en Simití, muchos profesionales se ensañaron con saquear el poco dinero que llegaba a las arcas, presupuesto de los simiteños; para favorecerse ellos y NO los más pobres y humildes del municipio, como lo manda Dios y las Leyes.
Ellos, NO solo tenían una meta, buscar riquezas, sin importar el sufrimiento y la miseria a que sometían a sus hermanos, amigos y familiares; los habían formado como maquinas robóticas NO pesantes, para pedir limosnas, que giraban en pedir dadivas para comerse un pedazo de pescado; convirtiéndose en eternos esclavos sociales de los políticos de turno; donde los ciudadanos del campo, los hombres de los ríos y ciénagas, como los citadinos, NO han dejado de tener una vida de miserables.