“Amor… mi marido es el hermano de un comandante de la guerrilla”
Así, lo reveló sin miedo un familiar del minero asesinado en Tiquisio, presuntamente por miembros de la guerrilla del ELN. La historia que hoy se hace pública, abre el debate del poder de las armas y la infidelidad.
Tras la muerte del minero Richard Navarro Rocha, hace varios días, se hizo público una historia increíble de creer; la amante era la cuñada de un comandante de la guerrilla del sector de Tiquisio, Bolívar; la revelación la hizo un allegado de la familia del hombre asesinado, que pidió reservar su nombre.
“Amor… mi marido es el hermano de un comandante de la guerrilla” así se refirió la mujer que hoy en día se desconoce su paradero y que por seguridad se protege su identidad para evitar que se identifique en el sur de Bolívar.
Al descubrirse la relación de los amantes; donde ambos se habían mentidos, pero para desgracia de la pareja infiel, se enamoraron profundamente y la historia de amor terminó en una tragedia, como la novel de Calisto y Melibea, que se enreda la historia como la maraña; por la situación del poder que es portar armas de un grupo armado.
Una muerte anunciada.
Ocho días antes fue revelado que algo malo le pasaría en el pueblo, ocho días antes de su muerte, Navarro Rocha, mantenía una romance clandestino con una mujer prohibida; él le dijo que se fugaran; ella locamente enamorada le manifestó al minero que le había mentido; que ella tenía una relación y que estaba casada con el hermano del comandante del grupo subversivo.
La sentencia a la pena capital era una realidad, por haber robado el amor de un hombre de armas; desde ese momento de la advertencia en una cantina del poblado, él no lo creía; Richar se encontraba en Minabrisa, cuando en horas de la tarde recibió una llamada de un sujeto desconocido, quien lo cito al matadero para mostrarle un oro que estaría a la venta; era el señuelo.
Él llegó al lugar… de un rincón lúgubre, salió el cuñado de la muchacha y le dispara en reiteradas ocasiones, hasta cegarle la vida: “para que respetes la mujer ajena” le dijo, y un silencio sepulcral se apoderó del ambiente.